¡Más madera!

viernes, 2 de diciembre de 2011

AMPHISMIND: AMBAS MENTES


Si cada vez que abriera el buzón hubiera más sorpresas como ésta y menos facturas cambiaría bastante mi opinión sobre el servicio postal.

Desde Palencia me llega la primera grabación de una banda que se forma en 2010 pero que es evidente que hace tiempo que esto de hacer temblar cuerdas  y parches tiene pocos secretos para sus cinco miembros.
Para empezar a transformar sus sonidos en mis palabras os comento que ellos se definen como una banda de metal, y hacen bien, porque si cada vez que se presentaran tuvieran que decir “somos una banda de post-sludge-doom-thrash/death-prog-groove-metal-ehh…core”, pues se les iría la vida. Ya os podéis ir haciendo una idea de que esto no es un bonito camino de baldosas amarillas, en todo caso negras y en vez de baldosas, zarzas.
Otro punto a destacar antes de pasar a las canciones en sí es citar que el material se ha grabado en los estudios KLD de su tierra por Jorge Calderón, y la masterización corrió a cargo de Jens Bogren en los Fascination Street Studios (Opeth, Katatonia, Soilwork, Paradise Lost...), lo que, como suele pasar en estos casos, garantiza calidad, pulcritud, contundencia… pero se pierde algo de vísceras, lo que no tiene porqué estar reñido con lo anterior, pero parece que por encima de los pirineos es así.

Dicho todo esto cruzamos el lúgubre umbral que nos dirige a ‘Ambas Mentes’. Cinco temas componen este cuidado trabajo con un sonido que no debe dejarnos de sorprender por “mal” que nos estén acostumbrando las bandas más jóvenes que apuestan fuerte desde el principio.
Desde luego que cuando empiezas a escuchar el tema que da título a este Ep lo primero que te viene a la cabeza es… Hamlet, por agresividad, mezcla de voces, contundencia e idioma, pero hay que ir un poco más allá y despejar un poco los oídos para llegar a la oscuridad de atmósferas sobre las que construyen su muro de metal.
Densidad, oscuridad y tantos vaivenes vocales como instrumentales para mezclar un metal que logra fundir sus influencias yankees y escandinavas sin que se vea la cicatriz.
“Odio Sin Control” tiene un título suficientemente elocuente, aunque hay que aclarar que el control se intenta lograr, pero acaban rompiendo las riendas siempre con una cadencia en la base de sus guitarras que no va permitir que puedas hacer otra cosa que no sea agitar la cabeza mientras lo estés escuchando.

Una constante en su música es dar un punto de luz a un cuadro que ha acabado con todos los botes de pintura negra, la mayoría de las veces con una guitarra más limpia (difícilmente diría solista), otras con algún elemento de base electrónico que contribuye aun más en la tarea de envolverte en la atmósfera de cada tema, y otras con el juego de voces que puede pasar de un coro sutil a otro en el que cantan Chucky, un orco de Mordor, Freddy Krueger y Manson, pero Charles Manson.

El grupo une una brutalidad gótica (por así decirlo y entendiendo bien el término, por favor) con un sabor final a orígenes “sabbathicos” del heavy metal que empiezan a llevarnos cada vez más al doom en la progresión de estos cinco cortes. (Sí, son pocos, por eso no me quiero ni imaginar lo que harán cuando puedan grabar nueve o diez).
 “Catarsis de Marionetas” nos recibe a cuchillo. Marca el punto de inflexión, la intensidad vocal se eleva al máximo y nos hayamos en un puente entre el thrash/death y el doom que nos lleva a áridos referentes americanos como Down, Crowbar o Kingdom of Sorrow. Las luces se apagan y hacia la mitad del tema todo empieza a derrumbarse a tu alrededor.

Más o menos por aquí empezarás a pensar que este tipo de metal solo puede venir de un sitio en el que hace mucho frío, y es así.
¿No sabes lo que es doom? ponte el principio de “Desaparecer”. Si escuchas este tema un par de veces seguidas espero que los Reyes Magos te traigan el Magnicidionova, porque si no cometerás uno real. Impresionante descarga que te dejará exhausto, porque cada elemento de la banda se comporta como un martillo pilón.

Para terminar el grupo nos ofrece un tema en inglés, “Deadseed”, que aunque quede de puta madre por lo efectivo que es siempre este idioma, personalmente me quedo con la versión cervantina. La canción se muestra apabullante, como en el resto de una grabación en la que sin alardes y a base de una agradecida y contundente simplicidad (que no simpleza) en el golpeo de los riffs te acaba tumbando, sin inventar nada, pero cogiendo todo el metal que quieres llevarte a las orejas y metiéndotelo a presión.

Las letras tampoco dejarán insatisfechos a los amantes del existencialismo, de las dudas más profundas… si se habla de amor no se hace para llevar flores precisamente a tu balcón.
¿Peros? Pocos, porque el espectro musical es amplio y se ha sabido condensar en cinco cortes. Quizá a alguien le parezca demasiado básico, yo más bien diría conciso y directo, y creo que en un escenario más amplio tendrán todavía más que ofrecer, que en calidad ya tienen bastante.
Puede que precisamente el sonido, la mezcla final, no haya sido tan apropiada como esperaban, por lo que decía al principio, parece que vas a ver el partido con un amigo y tiene tan limpia la casa que no te deja comer patatas ni beber cerveza y todo tiene un sitio tan perfecto que no puedes mover el sofá.
Será cuestión de gusto y si eres de los que buscan la perfección puede que con esta primera grabación encuentres una banda que en el futuro te ofrezca un metal tan pulido que puedas comer sobre él, pero creo que se acercará más a los gustos de quienes busquen pegada, clase y agresividad en un marco oscuro, una batalla nocturna en el bosque nevado. A mí ya me tienen siguiendo sus pasos. Muy recomendable.


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