¡Más madera!

viernes, 25 de noviembre de 2011

BARÓN ROJO Y EL 12-1 A MALTA


Permitidme que empiece hablando un poco de deporte, no tardaré en explicar el motivo de hacerlo.
Puede que a los más jóvenes les sorprenda saber que hubo un tiempo en el que no éramos campeones del mundo, ni de Europa; un tiempo en el que celebrábamos que Alex Crivillé acabara sexto sus carreras, que la F1 nos sonaba que tenía un piloto llamado Luís Pérez Sala y que solo Pedro Delgado y más tarde Miguel Indurain nos daban una alegría de tarde en tarde. En ese momento los más mayores nos recordaban “el gol de Marcelino” que dio a España la Eurocopa de 1964, o la enorme emoción de lograr meterle doce goles a una selección menor con los que nos clasificamos para otra competición, el famoso “doce-uno-a-malta” (se dice así, de carrerilla).
Los 11 del 12-1
Los recuerdos en blanco y negro de Bahamontes o Santana eran todo lo que teníamos… hasta 1992, con las olimpiadas de Barcelona, cuando todo empezó a cambiar y fuimos (más bien fueron los deportistas) conquistando todos los peldaños que ha escalado el deporte español.
¿A qué viene esto? Pues viene a que creo haber identificado cuál es el “doceunoamalta” de nuestra música.



Hace pocos días descubrí en una red social que se está preparando una especie de película-documental sobre Barón Rojo, posiblemente la banda más grande o más importante de nuestro rock y, para variar, esto me hizo dar un par de vueltas a la cabeza.

Recordé cómo en una de mis muchas conversaciones con Oscar Sancho (dan para tanto) hablábamos de las bandas más importantes de la historia y cómo no pude estar más de acuerdo con él cuando me dijo que entre los más grandes internacionalmente incluía a Barón Rojo. Parto de esa base, de que me encanta el legado de la banda y valoro al máximo el momento en que se fraguó su leyenda y a todos los músicos que han pasado por ella. Pero mirándolo con la perspectiva que da el tiempo… son el gol de Marcelino y dentro de él encontramos detalles que son sus propios “doceunoamalta”.

Escribiendo la leyenda
Sabemos que en España es difícil que se valore a una banda de rock como se merece, vale, pero, hasta que se materializó la reunión de la formación original, Barón Rojo ha sido un glorioso recuerdo que se ha mantenido vivo por el tesón de los hermanos de Castro que han visto cómo sus actuaciones pasaban de llenar grandes recintos a ser poco más que verbenas y sus discos pasaban de ser joyas y paradigmas del rock duro, del heavy español, a pasar completamente inadvertidos incluso para sus más fieles seguidores.
Que los 90 fueron duros para el rock español lo sabemos, pero la banda siguió adelante y eso lo aplaudiré siempre. Lo que no me gusta es lo que decía antes, sus “doceunoamalta”, el vivir de “fuimos”, “hicimos”, tener que aprovechar cualquier ocasión para reivindicar que se llegó alto, que tocaron con Bruce Dickinson, que tocaron en el Reading, que llenaban el pabellón del Real Madrid… bien, si los primeros años de los ochenta fueron la hostia, ya lo sabemos.

Han tenido que pasar dos décadas para que la gloria que merecen se empiece a ver en el horizonte. Primero fue ‘En Clave de Rock’, aquel lanzamiento de directo junto a una gran orquesta que de alguna forma resucitó el interés de todo el mundo por la banda después del desafortunado ‘Ultimasmentes’ y casi simultáneamente se anunció la reunión de la banda original, todo apuntaba para arriba, aunque el comentario que me hizo Armando mientras le entrevistaba volvió a poner a mis ídolos en la tierra: “Ahora se puede contratar a Barón Rojo original, a Barón Rojo con la formación de hoy y a Barón Rojo con la orquesta…”, las veces que hayáis visto una cosa u otra os dirán mucho del resultado de esta oferta aparentemente tan beneficiosa para grupo y seguidores…
De alguna forma la reunión que se anunció efímera y se ha prolongado… lo que ha hecho falta, ha devuelto a la banda a lo más alto. El tiempo de sufrimiento (de 1990 a ¿2010?) ha sido el necesario para poder considerar a grupo y obra como mitos y eso me alegra, pero… señores, es que en ese tiempo nuestras bandas han sido campeonas de Europa y del mundo.

Conquistadores (Héroes del Silencio)
Me explico, mientras los hermanos de Castro paseaban su “hemos tocado con Bruce Dickinson”, en España la música ha sufrido una evolución similar a lo que comentaba al principio en el deporte. De tener cosas que se valoraban por la etiqueta “son de aquí” hemos pasado a tener bandas de nivel internacional capaces de hacer sonrojar a más de un  teutón, inglés o yankee. Ejemplos de calidad podría dar muchos pero primero me interesan los ejemplos de éxito, las bandas que traspasaron nuestras fronteras y se asentaron en mercados y mentes internacionales. Ahí tenemos grupos tan variopintos como Ska-P, Mägo de Oz o, un poco antes, a los Héroes del Silencio. Tres bandas con tres estilos diferentes que han llevado el rock español a lo más alto en todo el mundo, con un éxito que no se ha interrumpido ni siquiera en el tiempo que, por ejemplo Ska-P o más descaradamente Héroes del Silencio, han estado en barbecho.

Dejaba antes colgados los ejemplos de calidad y es que esos son los que sufren de que sigamos hablando de nuestros “doceunoamalta”, de nuestros “goles de Marcelino” y no veamos que lo que hay que intentar es volver a ser campeones de Europa y campeones del mundo, que bandas que no hayan cumplido los veinte años puedan llegar a hacerlo gracias a nuestro apoyo, porque los que ya… han ganado ligas, como Hamlet, Warcry o Marea (por citar tres muy diferentes) también necesitan que desde abajo vengan empujando con fuerza.
Adorar a nuestro pasado no puede hacer que descuidemos el futuro.
El presente de nuestro rock
Veamos ese documental de Barón Rojo con admiración, pero sabed que Steel Horse, Shinova, No Apto, Zenobia, Dragonfly, We All Fall, Cronómetrobudú, Suru, Mister Machín, Necroberus, Opera Magna, Piel de Serpiente, Calibre Zero, Nox Interna, Wild, Dünedain, Ciclón, Después de Todo, 69 Revoluciones, Vita Imana, El Dorado… y un etcétera de dimensiones inimaginables os están esperando encima de los escenarios.
Esa es la cantera que nos tiene que volver a hacer grandes y que cuando seamos viejos y digamos “me acuerdo yo de las que liábamos viendo a Angelus Apatrida”, nuestros nietos mueran de envidia pero nos callen la boca porque tengan todavía más donde elegir.
El futuro reescribe hoy.
Servidor con los Barones, gran recuerdo.

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