¡Más madera!

miércoles, 14 de diciembre de 2011

BARRICADA SE ESTÁ "QUITANDO"


Barricada, a tope sin drogas también hubiera sido buen título, el caso es que hace ya unos días que se produjo la noticia, y aunque sus protagonistas han elegido el mejor método para comunicarlo a sus seguidores, sin marear la perdiz, sentándose de golpe en la taza del water para que el frío pase antes, creo que todos seguimos con la sensación de que no puede ser verdad.

Cuando me planteaba qué escribir sobre la noticia de la salida de Enrique Villareal (Drogas) de Barricada lo primero que me vino a la cabeza (después del chiste fácil: “Barricada deja las drogas”) fue el punto de vista de los fans que vuelven a verse en el papel de hijos de padres divorciados, que por un lado sufren la separación y por otro empiezan a recibir regalos impresionantes de cada una de las partes buscando su “cariño”, pero creo recordar que ese tema ya lo toqué cuando hablé de los lanzamientos de La Fuga y Rulo, no era plan de repetirse ahora con Barricada y Txarrena.
Txarrena
Luego pensé en el ejemplo más duro de madurez y evolución de una banda que hemos sufrido como fans, el de Metallica con el famoso corte de pelo y el giro que fue ‘Load’, que lleva al comentario que un día me hizo Fito Cabrales sobre la incongruencia que sería volver a cantar “Rompe Los Cristales” con el nivel de vida que tiene ahora, los años… la vida… todo cambia.

Pero el caso de Barricada es diferente, creo que a todos nos parecerá diferente. Barricada ha sido un ejemplo de coherencia en el rock, seguramente hayan sido los herederos más claros como banda del halo de pureza rockera y callejera que en su día transmitía Leño. Los años y las canciones han ido construyendo un sólido muro de respeto, las palabras de Kutxi Romero siempre han sido claras al respecto: “El que no quiere a los Barri no quiere a su madre”, eso se lo hemos oído decir más de una vez y todos hemos sonreído poniendo nuestra rúbrica bajo esa afirmación. Y digo todos porque Barricada, como Rosendo y alguno más, recibe la admiración de todo el espectro rockero, desde el punk hasta el heavy.


Un ejemplo claro de ese respeto llegó cuando nos sorprendieron con aquel ‘Latidos y Mordiscos’, el doble directo que nos presentaba la inesperada visión acústica de Barricada y que, como ocurriera con Metallica, parece que fue un “ya lo ha hecho Barricada, ya se puede hacer… eso sí, todos los que lo intentaron antes son unos moñas”.
Precisamente, en mi opinión, fue por entonces cuando se descorchó de nuevo la botella que había enclaustrado al grupo durante unos duros años, una década diría yo (¿95-2005 más o menos?) en la que muchos les volvieron la espalda. Un caso similar al que hace pocos días comentaba de Barón Rojo, tuvieron que pasar los años justos para que se les considerara mitos, gigantes de la escena y no solo “veteranos” de los ochenta.

Ahora que el tiempo les había devuelto al lugar que merecían con una obra como ‘La Tierra Está Sorda’, solo al alcance de unos pocos, y sus incansables actuaciones que se unieron a la mastodóntica (para lo que es el estado…) gira junto a Rosendo y Aurora Beltrán… llegan los comunicados, con más o menos arte, pero ambos serios, claros y sin tonterías, para anunciar que El Drogas salía de la banda treinta años (y tantas cosas) después. Vamos, para los fans como si Iron Maiden prescindiera a la vez de Steve Harris, Bruce Dickinson y de Eddie, porque El Drogas, además de músico ha sido el carisma de la banda, y su voz puede que esté incluso por encima de ese carisma, siendo con seguridad una de las diez más reconocibles y relevantes del estado (no hablo de calidad), sin por ello desmerecer al Boni y Alfredo… ¿Qué respondes a quién es el cantante de Barricada? ¿El Drogas? ¿El Boni y El Drogas? ¿Solo a los más románticos les sonarán raro canciones como “Blanco y Negro”, “Balas Blancas”, etc… cantadas por… quien sea?
Ya se, ya se, ni es el primer caso ni será el último de una voz carismática que cambia de sitio (Purple, Sabbath, Maiden, Judas…) pero lo cierto es que a unos los tenemos más cerca del corazón que a otros.

El año de descanso, la distancia entre los miembros y entre sus opiniones, el despegue de Txarrena y el inquieto culo del Drogas… al final todo ha derivado en dos caminos que ahora nos toca seguir con atención.
Barricada ya prepara un disco para primeros de 2012, que por lo que dicen será “100% Barricada” y Txarrena sigue el camino que arrancó brillantemente con ‘Azulejo Frío’… los seguidores ya tenemos un buen par de botas para recorrer los dos caminos que comentaba… y conociendo a estos navarros quizá sean más, pero lo que es seguro es que serán caminos firmes y de largo recorrido, porque aquí no se empieza una pelea que no se vaya a terminar para bien o para mal.

viernes, 2 de diciembre de 2011

AMPHISMIND: AMBAS MENTES


Si cada vez que abriera el buzón hubiera más sorpresas como ésta y menos facturas cambiaría bastante mi opinión sobre el servicio postal.

Desde Palencia me llega la primera grabación de una banda que se forma en 2010 pero que es evidente que hace tiempo que esto de hacer temblar cuerdas  y parches tiene pocos secretos para sus cinco miembros.
Para empezar a transformar sus sonidos en mis palabras os comento que ellos se definen como una banda de metal, y hacen bien, porque si cada vez que se presentaran tuvieran que decir “somos una banda de post-sludge-doom-thrash/death-prog-groove-metal-ehh…core”, pues se les iría la vida. Ya os podéis ir haciendo una idea de que esto no es un bonito camino de baldosas amarillas, en todo caso negras y en vez de baldosas, zarzas.
Otro punto a destacar antes de pasar a las canciones en sí es citar que el material se ha grabado en los estudios KLD de su tierra por Jorge Calderón, y la masterización corrió a cargo de Jens Bogren en los Fascination Street Studios (Opeth, Katatonia, Soilwork, Paradise Lost...), lo que, como suele pasar en estos casos, garantiza calidad, pulcritud, contundencia… pero se pierde algo de vísceras, lo que no tiene porqué estar reñido con lo anterior, pero parece que por encima de los pirineos es así.

Dicho todo esto cruzamos el lúgubre umbral que nos dirige a ‘Ambas Mentes’. Cinco temas componen este cuidado trabajo con un sonido que no debe dejarnos de sorprender por “mal” que nos estén acostumbrando las bandas más jóvenes que apuestan fuerte desde el principio.
Desde luego que cuando empiezas a escuchar el tema que da título a este Ep lo primero que te viene a la cabeza es… Hamlet, por agresividad, mezcla de voces, contundencia e idioma, pero hay que ir un poco más allá y despejar un poco los oídos para llegar a la oscuridad de atmósferas sobre las que construyen su muro de metal.
Densidad, oscuridad y tantos vaivenes vocales como instrumentales para mezclar un metal que logra fundir sus influencias yankees y escandinavas sin que se vea la cicatriz.
“Odio Sin Control” tiene un título suficientemente elocuente, aunque hay que aclarar que el control se intenta lograr, pero acaban rompiendo las riendas siempre con una cadencia en la base de sus guitarras que no va permitir que puedas hacer otra cosa que no sea agitar la cabeza mientras lo estés escuchando.

Una constante en su música es dar un punto de luz a un cuadro que ha acabado con todos los botes de pintura negra, la mayoría de las veces con una guitarra más limpia (difícilmente diría solista), otras con algún elemento de base electrónico que contribuye aun más en la tarea de envolverte en la atmósfera de cada tema, y otras con el juego de voces que puede pasar de un coro sutil a otro en el que cantan Chucky, un orco de Mordor, Freddy Krueger y Manson, pero Charles Manson.

El grupo une una brutalidad gótica (por así decirlo y entendiendo bien el término, por favor) con un sabor final a orígenes “sabbathicos” del heavy metal que empiezan a llevarnos cada vez más al doom en la progresión de estos cinco cortes. (Sí, son pocos, por eso no me quiero ni imaginar lo que harán cuando puedan grabar nueve o diez).
 “Catarsis de Marionetas” nos recibe a cuchillo. Marca el punto de inflexión, la intensidad vocal se eleva al máximo y nos hayamos en un puente entre el thrash/death y el doom que nos lleva a áridos referentes americanos como Down, Crowbar o Kingdom of Sorrow. Las luces se apagan y hacia la mitad del tema todo empieza a derrumbarse a tu alrededor.

Más o menos por aquí empezarás a pensar que este tipo de metal solo puede venir de un sitio en el que hace mucho frío, y es así.
¿No sabes lo que es doom? ponte el principio de “Desaparecer”. Si escuchas este tema un par de veces seguidas espero que los Reyes Magos te traigan el Magnicidionova, porque si no cometerás uno real. Impresionante descarga que te dejará exhausto, porque cada elemento de la banda se comporta como un martillo pilón.

Para terminar el grupo nos ofrece un tema en inglés, “Deadseed”, que aunque quede de puta madre por lo efectivo que es siempre este idioma, personalmente me quedo con la versión cervantina. La canción se muestra apabullante, como en el resto de una grabación en la que sin alardes y a base de una agradecida y contundente simplicidad (que no simpleza) en el golpeo de los riffs te acaba tumbando, sin inventar nada, pero cogiendo todo el metal que quieres llevarte a las orejas y metiéndotelo a presión.

Las letras tampoco dejarán insatisfechos a los amantes del existencialismo, de las dudas más profundas… si se habla de amor no se hace para llevar flores precisamente a tu balcón.
¿Peros? Pocos, porque el espectro musical es amplio y se ha sabido condensar en cinco cortes. Quizá a alguien le parezca demasiado básico, yo más bien diría conciso y directo, y creo que en un escenario más amplio tendrán todavía más que ofrecer, que en calidad ya tienen bastante.
Puede que precisamente el sonido, la mezcla final, no haya sido tan apropiada como esperaban, por lo que decía al principio, parece que vas a ver el partido con un amigo y tiene tan limpia la casa que no te deja comer patatas ni beber cerveza y todo tiene un sitio tan perfecto que no puedes mover el sofá.
Será cuestión de gusto y si eres de los que buscan la perfección puede que con esta primera grabación encuentres una banda que en el futuro te ofrezca un metal tan pulido que puedas comer sobre él, pero creo que se acercará más a los gustos de quienes busquen pegada, clase y agresividad en un marco oscuro, una batalla nocturna en el bosque nevado. A mí ya me tienen siguiendo sus pasos. Muy recomendable.


viernes, 25 de noviembre de 2011

BARÓN ROJO Y EL 12-1 A MALTA


Permitidme que empiece hablando un poco de deporte, no tardaré en explicar el motivo de hacerlo.
Puede que a los más jóvenes les sorprenda saber que hubo un tiempo en el que no éramos campeones del mundo, ni de Europa; un tiempo en el que celebrábamos que Alex Crivillé acabara sexto sus carreras, que la F1 nos sonaba que tenía un piloto llamado Luís Pérez Sala y que solo Pedro Delgado y más tarde Miguel Indurain nos daban una alegría de tarde en tarde. En ese momento los más mayores nos recordaban “el gol de Marcelino” que dio a España la Eurocopa de 1964, o la enorme emoción de lograr meterle doce goles a una selección menor con los que nos clasificamos para otra competición, el famoso “doce-uno-a-malta” (se dice así, de carrerilla).
Los 11 del 12-1
Los recuerdos en blanco y negro de Bahamontes o Santana eran todo lo que teníamos… hasta 1992, con las olimpiadas de Barcelona, cuando todo empezó a cambiar y fuimos (más bien fueron los deportistas) conquistando todos los peldaños que ha escalado el deporte español.
¿A qué viene esto? Pues viene a que creo haber identificado cuál es el “doceunoamalta” de nuestra música.



Hace pocos días descubrí en una red social que se está preparando una especie de película-documental sobre Barón Rojo, posiblemente la banda más grande o más importante de nuestro rock y, para variar, esto me hizo dar un par de vueltas a la cabeza.

Recordé cómo en una de mis muchas conversaciones con Oscar Sancho (dan para tanto) hablábamos de las bandas más importantes de la historia y cómo no pude estar más de acuerdo con él cuando me dijo que entre los más grandes internacionalmente incluía a Barón Rojo. Parto de esa base, de que me encanta el legado de la banda y valoro al máximo el momento en que se fraguó su leyenda y a todos los músicos que han pasado por ella. Pero mirándolo con la perspectiva que da el tiempo… son el gol de Marcelino y dentro de él encontramos detalles que son sus propios “doceunoamalta”.

Escribiendo la leyenda
Sabemos que en España es difícil que se valore a una banda de rock como se merece, vale, pero, hasta que se materializó la reunión de la formación original, Barón Rojo ha sido un glorioso recuerdo que se ha mantenido vivo por el tesón de los hermanos de Castro que han visto cómo sus actuaciones pasaban de llenar grandes recintos a ser poco más que verbenas y sus discos pasaban de ser joyas y paradigmas del rock duro, del heavy español, a pasar completamente inadvertidos incluso para sus más fieles seguidores.
Que los 90 fueron duros para el rock español lo sabemos, pero la banda siguió adelante y eso lo aplaudiré siempre. Lo que no me gusta es lo que decía antes, sus “doceunoamalta”, el vivir de “fuimos”, “hicimos”, tener que aprovechar cualquier ocasión para reivindicar que se llegó alto, que tocaron con Bruce Dickinson, que tocaron en el Reading, que llenaban el pabellón del Real Madrid… bien, si los primeros años de los ochenta fueron la hostia, ya lo sabemos.

Han tenido que pasar dos décadas para que la gloria que merecen se empiece a ver en el horizonte. Primero fue ‘En Clave de Rock’, aquel lanzamiento de directo junto a una gran orquesta que de alguna forma resucitó el interés de todo el mundo por la banda después del desafortunado ‘Ultimasmentes’ y casi simultáneamente se anunció la reunión de la banda original, todo apuntaba para arriba, aunque el comentario que me hizo Armando mientras le entrevistaba volvió a poner a mis ídolos en la tierra: “Ahora se puede contratar a Barón Rojo original, a Barón Rojo con la formación de hoy y a Barón Rojo con la orquesta…”, las veces que hayáis visto una cosa u otra os dirán mucho del resultado de esta oferta aparentemente tan beneficiosa para grupo y seguidores…
De alguna forma la reunión que se anunció efímera y se ha prolongado… lo que ha hecho falta, ha devuelto a la banda a lo más alto. El tiempo de sufrimiento (de 1990 a ¿2010?) ha sido el necesario para poder considerar a grupo y obra como mitos y eso me alegra, pero… señores, es que en ese tiempo nuestras bandas han sido campeonas de Europa y del mundo.

Conquistadores (Héroes del Silencio)
Me explico, mientras los hermanos de Castro paseaban su “hemos tocado con Bruce Dickinson”, en España la música ha sufrido una evolución similar a lo que comentaba al principio en el deporte. De tener cosas que se valoraban por la etiqueta “son de aquí” hemos pasado a tener bandas de nivel internacional capaces de hacer sonrojar a más de un  teutón, inglés o yankee. Ejemplos de calidad podría dar muchos pero primero me interesan los ejemplos de éxito, las bandas que traspasaron nuestras fronteras y se asentaron en mercados y mentes internacionales. Ahí tenemos grupos tan variopintos como Ska-P, Mägo de Oz o, un poco antes, a los Héroes del Silencio. Tres bandas con tres estilos diferentes que han llevado el rock español a lo más alto en todo el mundo, con un éxito que no se ha interrumpido ni siquiera en el tiempo que, por ejemplo Ska-P o más descaradamente Héroes del Silencio, han estado en barbecho.

Dejaba antes colgados los ejemplos de calidad y es que esos son los que sufren de que sigamos hablando de nuestros “doceunoamalta”, de nuestros “goles de Marcelino” y no veamos que lo que hay que intentar es volver a ser campeones de Europa y campeones del mundo, que bandas que no hayan cumplido los veinte años puedan llegar a hacerlo gracias a nuestro apoyo, porque los que ya… han ganado ligas, como Hamlet, Warcry o Marea (por citar tres muy diferentes) también necesitan que desde abajo vengan empujando con fuerza.
Adorar a nuestro pasado no puede hacer que descuidemos el futuro.
El presente de nuestro rock
Veamos ese documental de Barón Rojo con admiración, pero sabed que Steel Horse, Shinova, No Apto, Zenobia, Dragonfly, We All Fall, Cronómetrobudú, Suru, Mister Machín, Necroberus, Opera Magna, Piel de Serpiente, Calibre Zero, Nox Interna, Wild, Dünedain, Ciclón, Después de Todo, 69 Revoluciones, Vita Imana, El Dorado… y un etcétera de dimensiones inimaginables os están esperando encima de los escenarios.
Esa es la cantera que nos tiene que volver a hacer grandes y que cuando seamos viejos y digamos “me acuerdo yo de las que liábamos viendo a Angelus Apatrida”, nuestros nietos mueran de envidia pero nos callen la boca porque tengan todavía más donde elegir.
El futuro reescribe hoy.
Servidor con los Barones, gran recuerdo.

miércoles, 21 de septiembre de 2011

BÜRDEL KING: Presentación, firma... y reflexión


Fnac Parquesur, Leganés, Madrid
 

Me picaba la curiosidad, no puedo negarlo. Después de tanto tiempo desde que se empezara a hablar de este proyecto tenía ganas de comprobar cómo se había llevado a cabo ese ideal más rockero y macarra que la nueva banda de Txus DiFellatio lleva por bandera.

Llegué pronto a la pequeña sala/bar que este centro comercial destina a la presentación de los más diversos eventos culturales, esperando la masiva acogida que se presume cuando este nombre, Txus, anda por medio, y me sorprendió encontrarme a media hora de que la presentación diera comienzo, con poco más de una veintena de seguidores. El número de asistentes fue en aumento, pero no llegó a cumplir las expectativas que me había creado, recordando que por ejemplo la presentación de otro nuevo proyecto como el de Rulo y La Contrabanda hizo que no cupiera ni un alfiler en ese mismo lugar.
Es posible que la cercanía de un evento similar en la céntrica plaza de Callao, para seguir con la presentación de este 'Ladran, Luego Cabalgamos', hiciera mella en la intención de los fans por acercarse a este punto del sur de Madrid, pero también es posible que el “efecto Txus” esté perdiendo fuerza. Habrá que verlo en próximas citas.
 
Parece que no paro de mencionar a Txus en lo poco que llevo escrito, cuando el resto de miembros de esta banda tienen en sí mismos un enorme peso específico, pero si los propios carteles del grupo que decoraban el escenario ya rezaban “el nuevo proyecto de Txus Di Fellatio” bajo la foto de los seis miembros, está claro que el que va a soportar el peso, las críticas y alabanzas, de este burdel va a ser el Bilbaíno.
Precisamente estos carteles, su web o el propio disco dejan ver el esmero que se ha puesto en la imagen del proyecto, que nos transporta a un idílico lupanar yankee en el que el humo y el alcohol se dispersan a golpe de teta. Un apartado, el de la imagen que parece será vital en este proyecto. Eso sí, unos llevan ese espíritu más dentro que otros por lo que pudimos ver.

Tras la prueba de sonido, en la que descubrimos que solo tendríamos con nosotros a cuatro de los seis integrantes de la banda y transcurrida la consabida media hora de retraso que se supone a artistas de este calado teníamos delante la versión acústica de Bürdel King.
Faltaron a la cita Alberto y Anono, ocupados con sus respectivas bandas “oficiales”, Hamlet y Stafas, pero allí teníamos por orden de aparición a Frank y a Txus, los Mägos, a Javi Díez, tremendo músico que ha pasado por las filas de Arwen, Ebony Ark, actualmente en Biosfear y colaborador habitual de Mägo de Oz y prácticamente el hemisferio izquierdo del cerebro compositivo de Txus; y Sergio Martínez, otro gran nombre del rock madrileño que ya estuvo en Mägo de Oz allá por 2003 y que antes había pasado por los añorados Ankhara y posteriormente formaría parte de bandas como Mr.Rock, Wayland, Belfast más recientemente y que volvió a primera línea de fuego uniéndose a la segunda acometida del grupo de Leo Jiménez, 037.

Tres guitarras, que en algún momento se hicieron demasiadas y la voz de Txus… la voz de Txus, qué decir. Según nos dijo llegaba mermado por la gripe, aun así hay dos formas de ver su voz: una, que es ideal para un proyecto que quiere ser árido, macarra y sucio, por así decirlo, pero por otro lado creo que pocos grupos le elegirían como vocalista en un… casting, lo que solventa con su carisma (para bien o para mal), tablas y ese tono cálido y calmado tan personal. Según dijo “habíamos pensado en suspender, pero es como si Yosi no actúa por no estar bien de voz”, que el buen humor no va a faltar en este grupo ya se veía desde el principio.

Eso sí, un par de consejos del amigo Jose en temas técnicos, de respiración, etc… no le vendrían mal, porque en los pocos destellos que nos dejaron ver del disco se adivinaba en la cabeza de Txus un pensamiento parecido a “quién me manda a mí meterme en estos jardines”. Faltaban ensayos y se notaba… no solo porque el cantante saliera con las letras escritas en un papel (lo que no extraña en alguien tan prolífico en palabras), pero las tres guitarras supieron salir airosas de cuantos desajustes se encontraron.

Decía que solo fueron algunos destellos del disco, concretamente tres, los que nos presentaron para que aquello no fuera solo una firma de discos.
Entre las constantes parrafadas del líder, algo que esperemos controle para futuras actuaciones más largas (aunque conociéndole…), el combo nos regaló “Inmaculada”, “El Sexorcista” y “La Luna En Ti”.
Si bien en el disco, como ya hemos comprobado, se logra la meta que la banda tenía marcada gracias a la electricidad y teclados, en acústico, especialmente el primer tema, quedó demasiado similar a una versión rockera de una reunión de seminaristas modernos, si estos le cantaran a una enorme vagina en la que uno se puede meter a merendar.
El toque de melodías de Mägo no está lejos y con la canción desnuda, por muchas guitarras que hubiera, parecía más algo perteneciente a ‘Héroes de Pacotilla’ que a un rockero burdel.

El segundo tema, “El Sexorcista”, mejoró mi percepción de esta versión acústica de los temas, me gustó más tanto en lo musical como en la letra, pero lo que más me gustaba según avanzaba el evento era ver al Txus real hablarnos de Txus DiFellatio, porque, como nos comentaba, lo que quiere es que esta banda sea un proyecto serio y creíble, para más o menos público, aunque a él y a sus letras no haya que tomárselos siempre muy en serio. Puso un ejemplo con la siguiente canción, la que ha sido el primer single del disco, aunque se le escapó, sin pensarlo, una comparación algo desafortunada. “La Luna En Ti”, dijo dentro del discurso sobre el Txus al que le gusta provocar, “es una canción muy Mägo, una canción muy moña –hasta aquí la parte desafortunada si se saca de contexto como de hecho estoy haciendo- es el single de este proyecto tan macarra, para que me pongan verde en los foros del Basa y…”. Los foros metaleros, eso sí que es un lupanar de opiniones.

Así transcurría y terminaba la presentación con Txus asfixiado previo paso por backstage para volver luego a afrontar la firma de discos y ráfagas de fotos a las que siempre (y es algo que hay que subrayar para alguien que ya está en otra liga) se muestran prestos y solícitos.

Antes de terminar quería volver a las palabras de Txus en las que decía “a mí no hay que tomarme nunca muy en serio”, en las que vi un discurso cercano y sincero sobre el personaje que se ha creado. Pero pensando en lo que pasó con la portada del octavo número de HeavyRock Estatal, ya sabéis, aquel que titulaba “¿Adios a Mägo? Txus sale del armario”, se me ocurren un par de cosas al respecto.
El músico mostró su malestar con aquella portada y la insuficiente rectificación de dicho medio, anunciándose incluso posibles acciones legales… vuelve aquí esa frase, ¿lo tomamos en serio? Quizá fuera yo realmente el único que me suponía un éxito arrollador de este proyecto y el mismo Txus buscara la polémica (a la que nunca ha hecho ascos) para tener un poquito más de promoción que tampoco le venía mal a la revista… o quizá sea todo cierto y la amistad que había entre ambos lados de Oz, me refiero a Txus y a la dirección de Heavy/Rock, haya estado siempre bailando en un fino alambre del que finalmente los dos hayan decidido tirarse… o unirse más para tratar de seguir bailando sobre el mismo alambre. Pero, en realidad, hoy en día ¿a quién le importa esto? Si se buscaba la polémica parece que no ha durado ni servido demasiado y que la opinión del público rockero (más o menos joven) sigue sin ser material maleable.
¿La cultura clínex también ha acabado con la relevancia de las polémicas entre músicos, o entre músicos y medios?

El caso es que ya tenemos un nuevo proyecto en marcha que ahora me plantea el reto (a mí tampoco me toméis muy en serio casi nunca) de asistir a un concierto “enchufado” para comprobar si este Bürdel realmente es el King o se queda en lo que se quedó ‘La Ciudad de Los Árboles’, porque el mismo discurso del sabor del bourbon, el cigarro en la boca, los antros de calles oscuras y demás ya lo oímos cuando los de Oz quisieron salir del ambiente tan cerrado que se creó con los ‘Gaia’.

Quizá Mägo de Oz ya es más grande, o tiene más entidad que sus propios miembros, como un Frankestein rockero que ha marcado su propia personalidad por encima de las diferentes piezas de las que estaba hecho, provocando que dos de sus partes principales busquen saciar sus necesidades más primarias con un nuevo proyecto.
También puede que esto signifique más tiempo para los demás mägos y que volvamos a tener un disco en solitario de Jose, por ejemplo… tantas cosas hay en el mundo de Oz…

Esta tarde (21 septiembre) los tenéis en Callao, en la Fnac, pasaros y me decís vuestra opinión de Bürdel King.


martes, 30 de agosto de 2011

NO SE VENDE ROCK’N ROLL*


Empiezo a escribir hoy alentado por tres motivos que han coincidido estos últimos días en pasar por delante de mis ojos.
El primero es haber descubierto que hay varios colectivos que al fin se han unido bajo el lema ‘No Les Pagues Por Tocar’; el segundo motivo es uno de esos mensajes que recorren las redes sociales en el que se decía esto: A mí me gustaría que a un abogado o a un médico, arquitecto o ingeniero...le dijeran: Doctor, venga y atienda este caso, no hay dinero pero ayuda a promocionarse y darse a conocer; antes agradezca el espacio y la oportunidad. Hay gente que piensa que la Música no es una profesión, sino, un hobby y que los músicos no comen ni pagan servicios, por eso solo necesitan promoción. Si eres Músico o amas la Música, hazlo rular...
El tercer y último motivo es el comentario de una amiga que me hizo valorar un poco mi libertad y decidir no matarla (quizá ya lo he comentado). La muchacha, charlando sobre el manido tema de la piratería, argumentaba que lo que no era normal era que los músicos pretendieran vivir todo el año por el trabajo de una semana de grabar un disco… seguía con lo de que la cultura es para todos y esas cosas… bien, como ya he dicho la dejé vivir.

Estos tres motivos me llevan a ver cómo en pocos años hemos conseguido que el valor de la cultura, y de la música sobre todo, se devalúe hasta el límite de que los músicos ya se ven obligados y resignados a regalar su música, con el beneplácito de los defensores de la cultura-klinex, una generación que se ha acostumbrado a tener todo a un click de distancia.
No pude en su momento explicarle a esta chica que la elaboración de un disco lleva, como poco, un año de trabajo entre composición, arreglos, diseño, quebraderos de cabeza de distintos tipos, producción, grabación… y todo costeado por los propios músicos, ya que nadie apuesta ya por nadie.

La vieja criba, a la que alguna vez ya he aludido en el blog, que llevaban a cabo las discográficas y que nos dejaba dos niveles reales en la música: lo profesional y una riquísima escena underground de la que la suerte y el trabajo te podían hacer salir, simplemente ha desaparecido, y ante la actual situación de crisis en el mercado musical los diferentes sellos han encontrado dos soluciones: una convertirse también en agencias de contratación, para sacar rendimiento al trabajo en directo de sus artistas; y otra, cobrar a cualquier grupo, mejor o peor, por labores como promoción, grabación, o la propia distribución de su disco… algo así como dar de comer filetes de ternera a las vacas.
Con lo de la contratación me acerco ahora a los dos primeros motivos de los que hablaba antes.

Lo de que “ser músico” no sea considerado una profesión en España se apoya actualmente también en la cultura-klinex, son muy pocos los artistas que vemos sobre los escenarios cada fin de semana los que no tienen otro trabajo diario que es el que realmente les da de comer y les permite costearse este lujoso “hobby” que es el de crear sensaciones con sonidos y palabras. A esto se le suma la escasa consideración (y la envidia) que se tiene a los artistas de toda la vida y listo. Pero si además le sumamos el que paso a paso, poco a poco, se haya instaurado la idea de que la gente que empieza no merece recibir ni un euro por lo que hace, porque no los conoce nadie y lo que tienen que hacer es ganar público como sea, y por buenos que sean, para quizá algún día tener cierto reconocimiento, pues apaga y vámonos.
Bueno, quizá no haya que apagar tan rápido, porque (y vamos ya al primer motivo) no ha sido pocos los amigos ajenos al mundo rockero los que se han quedado pasmados al saber que un elevadísimo porcentaje de bandas tienen que pagar para poder tocar y dar forma a lo que seguimos engañándonos al llamarle “giras”.
(El agradecimiento al continente americano por seguir creyendo en el rock es infinito).
Aquí entra la crisis que de otra manera azota a las salas, porque si es poca la gente que gasta dinero en música, cada vez es menor la que pone un pie en la calle para asistir a un concierto que no sea de… los dinosaurios de siempre. Dales la propia crisis nacional que impide que nos podamos tomar ni un refresco, (el botellón dirán algunos) y ya tienes otro problema. Por si fuera poco la solución de las salas ha sido el mismo error que cometieron las discográficas, como se vende menos se pone más caro para mantenernos… bien, eso ya se ha demostrado que lo único que hace es ahuyentar al público.
Pero a lo que íbamos. Pagar por tocar. Seguro que todos tenemos en mente declaraciones de músicos consagrados que te hablan de “la primera vez que nos pagaron por dar un concierto, en un pequeño local de…”, pues eso se ha acabado. Aquí en el mejor de los casos hasta que no llegan los festivales de verano (como digo, para algunos) no llega la hora de decir “cobramos tanto”, el resto del tiempo y de los grupos que no llegan tampoco a eso se han acostumbrado a que las salas, en vez de apostar y hacer sus calendarios con bandas que crean que pueden funcionar (allá cada cual con su criterio), han decidido poner sus puertas en alquiler y no son las menos las que además se agencian lo que se saca de la taquilla y, por supuesto, de la barra. (“pero tenéis cerveza gratis…”).
Creo que una cosa es tocar gratis, asumiendo pérdidas de desplazamiento etc, y otra es, encima de todo eso (y del bajón de que nadie vaya a verte) pagar un alquiler a la sala en cuestión.
Que no se me olvide que aquí también entran los promotores que en su día se llevaban un porcentaje de lo que ganaba el grupo y ahora se hacen con la pasta o del grupo para que les consiga conciertos, o de la sala que les paga por conseguir buenos grupos.

Si de promotores o managers encontramos de todo, buenos y malos, algo parecido pasa con los festivales… He visto a varios grupos, de los que revientan salas de cinco o seis mil personas, bastante importantes, decirme “este año no tocamos en el (…)Rock(…) porque el año pasado lo llenamos y este nos han vuelto a pedir pasta por tocar”. En el orden de los carteles de la mayoría de los grandes festivales podéis ver quien ha pagado por tocar, quien va gratis, y quién cobra por tocar…
Hay festivales honrados, que de verdad trabajan por la ilusión que les hace su festival, a la antigua, buscando grupos con coherencia, intentando ser novedosos y originales, buscando financiación hasta debajo de las piedras, que son los que ayudan a mantener vivo el Rock… pero cuando el festival ya es más importante que los propios grupos que copan su cartel… amigo, empieza la mafia. No creo que haya más que añadir a buenos entendedores como vosotros.

Huelga decir que estamos matando la música, pero claro, hay que apretarse el cinturón, ¿no? Pues bien, los músicos, y como ellos todos los que un día decidimos dedicarnos al mundo cultural de alguna forma, ya no tenemos sitio para hacer más agujeros a ese cinturón.

¿Cuesta pensar que:
…cuando se ve el sello de una discográfica en el disco de un grupo es porque encima han pagado para que se lo distribuyan…
…que los que tienen la “suerte” de darse a conocer teloneando a una súper banda hayan tenido que pasar por caja (por muchos miles de euros) en vez de por una audición o el beneplácito del súper grupo en cuestión…
…que los grupos cuando suena la flauta y pueden recoger beneficios de sus grabaciones pocas veces llegan a sus manos…
…que las producciones por parte de grandes nombres también son previo-pago (que esa es otra)…
…que el noventa por ciento de la información e imágenes nos llega de manos de periodistas a los que solo les pagan con el honor y la ilusión de ver su nombre al final del artículo…
…que lo guay que es para el grupo de tus colegas tocar en un festival importante (para nadie la mayoría de las veces y con excepciones) les ha costado sus buenos cuartos…
…que…? tantas cosas…
Bienvenidos a Matrix… digo, a la realidad de un mundo en el que las estrellas de segunda fila no brillan más allá de los sesenta minutos que tienen de actuación.

En el rock, los que, como Mägo de Oz, Marea o Ska-P, no tuvieron la suerte de pegar justo cuando “la mula” todavía no se tenía en pie, han pasado a ver un sueño convertido en hobby, la cultura en un capricho y su futuro a la distancia que su bolsillo pueda pagar. Ayer el rock era una lucha constante, buscar contactos, actuaciones donde fuera, trabajar mil horas… hoy la lucha es poder hacer frente a los gastos que te puede causar sacar un disco. ¿Cuándo sacáis el próximo disco? La respuesta, “cuando podamos”, cada vez es más literal.
¿Soluciones? No me pagan para eso… es el público el que decide qué hacer con su dinero, por eso no viene mal informarse de vez en cuando.

¿Nos bajamos del barco? ¡Nunca!


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*Canción de Leño, de su disco ‘¡Corre, Corre!’ (1981)


miércoles, 3 de agosto de 2011

CRONÓMETROBUDÚ El Número Plateado

Hace pocos días llegó a mis manos el cuarto disco de una banda amiga, hermana, con la que he ido creciendo y evolucionando como han hecho ellos desde hace ya unos quince años. No podía hacer menos que hablaros de este lanzamiento que quizá alguno ya conozca, ya que han tenido a bien regalarlo a todos los lectores de Heavy/Rock Estatal, cuyo octavo número (en el que yo no he tenido nada que ver, para quien conozca mi implicación en los siete previos) incluye ‘El Número Plateado’.
 
Curioso título, estaréis pensando, al menos yo lo hice cuando me lo comentaron. Esta banda es así, ya desde su nacimiento y bautizo con un nombre que decía mucho de su filosofía, el tiempo y la magia unidos, sería una buena forma de definir lo que hacen estos chicos.

Hace tiempo se inventaron su propia etiqueta para calificar su estilo musical, “poder rock” lo llamaron ante la imposibilidad de incluir al grupo entre las tendencias existentes. Sigue siendo cierto, aunque ya haya quien intente meterlos en determinados sacos de bandas, Cronómetrobudú sigue presumiendo de una originalidad innegable que este nuevo trabajo no hace más que refrendar.

Quince años decía antes. Recuerdo que en una de las últimas crónicas que escribí sobre ellos para Heavy/Rock, cuando ya conocíamos la noticia de la remodelación que sufriría la formación de la banda, hice referencia a esa cifra comparando sus efectos en el ser humano. Quince años, una edad de cambios, de afrontar cierta madurez… y no me equivocaba.
Para quienes no sepan de lo que hablo apuntaré que el grupo no hace más de un año que presenta su formación actual, habiendo llegado a estar compuesto por hasta siete personas: batería, bajo, guitarras, voz, flauta y violín. La banda ha reducido personal eliminando una de las guitarras y la flauta, cambiando a su vez algunas fichas que nos dejan con dos flamantes fichajes: Pablo Rodríguez al bajo e Iván “Nitro” Cuellar a la guitarra acompañando a los ya veteranos Oscar Calvo (violín), Roberto de Vega (batería) y el miembro fundador Javier Castro (voz).
¿Ya estamos situados? Bien, sigamos.

Cronómetrobudú no es solo una banda de rock, no, hablamos de toda una forma de entender el arte, la vida, el pensamiento, canalizada en una expresión musical que va más allá. Por  eso valorar sus creaciones o sus actuaciones requiere al menos dos puntos de vista: el primero es que se puede disfrutar al máximo y exprimir cada nota de sus composiciones fijándose en ritmos, riffs, solos, melodías… pero el segundo, el más profundo, nos lleva a un viaje que pocas bandas te pueden ofrecer. Miles de referencias musicales, actuales, clásicas, internacionales; referencias filosóficas; textos que consiguen encriptar la vida de su autor para presentárselos a tu libre interpretación; la mezcla de energía y libertad que es el rock… al final es eso, rock, rock cargado de originalidad, que hace falta.
Vamos al disco, que me lío, me lío…

Empezaré por las impresiones generales que me ha dejado después de muchas escuchas.
La verdad es que el disco entra a la primera, pero es cierto que cada escucha posterior me sigue abriendo nuevos caminos, sin ser por ello uno de esos discos que hay que digerir despacio durante semanas.
Lo primero que nos llega es el cambio al que antes me refería en términos de miembros y demás. El cambio va más lejos, toda la actitud que transmitía el grupo ha girado unos cuantos grados (no me atrevería a decir el número exacto), perdiendo parte del carácter original en el que había espacio para abrir ventanas al optimismo más festivo e incluso al sentido del humor. Esta vez la mayor parte del tiempo las ventanas están cerradas, la luz parece venir de velas que agotan sus últimas fuerzas, el aire empieza a pesar… no son estos tiempos para la alegría sin sentido, pero sí para el rock y dentro del rock hay mucho sitio para hacer MÚSICA, así, con mayúsculas. Pero tranquilos, que no faltan poderosas ráfagas que abrirán agujeros para que entre la luz y el aire fresco.
En esa música nos llegan nuevas líneas y efectos de bajo, una batería dispuesta a sostener cualquier tipo de acometida y participar en la elaboración de nuevos caminos para que el muro de guitarras, que otrora se dedicaba casi en exclusiva al trabajo de contención, se complemente con el violín a la hora de hacer solos, miles de dibujos nuevos y contrastes sin perder de vista su labor de apisonadora rockera. Sobre estos tenemos la inconfundible voz de Javi, que disco a disco, como el propio grupo, sigue su constante evolución y búsqueda del zapato de cristal que se ajuste a su pie… y para mi gusto lo ha encontrado en la faceta más melancólica de este álbum.
Ambientaciones, programaciones electrónicas, colaboraciones estelares y otras no tan conocidas, pero más efectivas… todo eso nos vamos a encontrar al dejar sonar nuestro reproductor con este disco trabajado entre el propio grupo y las cabezas y manos de Carlos Escobedo y Alberto Seara (ahí es ná).

“Quijotes de Cristal” es el tema que abre el álbum. Se podría decir aquello de “la primera en la frente” al recibir piano y violín dentro de una atmósfera que acompañará todo el tema y que parece llevarnos a los tiempos del añorado y cálido vinilo.
La voz de Javi nos envuelve como nunca creí que me gustaría que lo hiciera y nos mete en un tema que puede parecer clásico pero que empieza a llenar de destellos nuestra cabeza con un estribillo adictivo (lo que será una constante en el disco), el caminar paralelo del violín y el espectáculo que es cuando la música clásica se electrifica, en este caso introduciendo en la canción el Verano de Vivaldi con maestría, totalmente integrado. No se puede empezar mejor.
El grupo vuelve a demostrar con “Teoría de la In-volución”, como ya ha hecho en varias ocasiones, su gusto por el mundo oriental a manos del laúd del amigo Amir John Haddad (con el que contaron en “Vuelve a Respirar” de ‘Dosceroceroinfinito’, su tercer álbum), creando un tema lleno de fuertes contrastes que puede resultar más difícil de digerir, pero también de los más interesantes.
Un arpegio de guitarra, no exento de ambientación, nos introduce en el tema que da título al disco. Diría que uno de los más destacados si no fuera porque tendría que decirlo en casi todos ellos. Sutileza y contundencia se dan la mano y caminan alternándose el timón, como se alternan los solos de guitarra y violín con un estribillo que da gusto que se te clave en el cerebro desde el primer momento, con delicadeza, eso sí.
“El Mapa” se abre con bajo y guitarra vibrando juntos y unos pasos que dirigen a un tema más duro, más directo, en el que se exprimen recursos por todas partes: armónicos usados con cabeza, el juego del violín con la guitarra y esta a su vez con la base rítmica, y otro estribillo que abre una ventana que llena de luz la habitación creciendo, subiendo y subiendo, hasta el contundente final de un corte fantástico.
Una de las sorpresas del disco llega con “La Suerte”, que comienza con la interpretación del tenor David Ruiz y la colaboración de Moha (Mägo de Oz). La voz del tenor nos da la pauta a seguir por el tema para crear (otra vez) un contraste dulce/salado de voces sobre la línea melódica que domina el tema. Eso sí, cuando te acomodas te rompen con pasajes más agresivos y juegan con el oyente con un sinfín de entradas y salidas. Otro acierto.

Llegamos al ecuador del álbum y las sorpresas no dejan de caer, esta vez llegando al límite de la faceta melancólica del grupo. Tenemos a Javi casi susurrándonos la historia de “La Loca de La Estación” acompañado “solo” por la Orquesta Estigia (vamos ya) sumergiéndonos en una atmósfera hipnótica para romper la línea del disco y prepararnos para lo que queda, que no es poco.
“En Mi Jardín”, la primera vez que la escuché creí que abriría el disco por el parecido de su inicio con “Madre Tierra”, del disco anterior, pensaba yo en algún tipo de unión, pero no, al final, ya con la entrada de la guitarra, casi me recuerda más a “Diez Años” de Sôber, con quienes el parecido en algunos momentos es innegable, pero en ningún caso podemos hablar de uno de tantos clones que por ahí circulan con la enorme cantidad de detalles originales que nos ofrecen los burgaleses. ¿Había mencionado que Cronómetrobudú son de Burgos? Dicho queda para quien no lo supiera.
Siguiendo en el tema, nuevamente sería de los que llevarían el título de destacados por muchos aspectos. Javi vuelve a encontrar su mejor posición para disparar su voz, la/s guitarra/s abrazan ahora el metal con destreza, alternando con rock rasgado cuando es menester, y el violín no se queda atrás; batería y bajo asoman nuevamente la cabeza para destacar por encima de la labor rítmica, llevando el peso en las estrofas para ir creciendo el tema hacia el estribillo… y encima nos sorprenden con una ráfaga de “In The Hall of The Mountain King”, pieza clásica más que conocida popularmente, (extraída de la obra de Edward Grieg, Peer Gynt) que tan bien se lleva con el rock (desde la ELO o Rainbow la lista de gente que la ha utilizado es larga). En definitiva otro gran tema que nos lleva a encauzar la parte final del disco.
Parte final con cuatro temas en los que seguiremos descubriendo más y más facetas de una banda cuya calidad ya debería haber convencido a todo el que se acerque al disco. Primero tenemos la versión de “La Trampa” de los asturianos Biotech, que la verdad es que se nota que se cuela en la dinámica del resto de las canciones, pero no desentona y aporta fuerza rockera, un carácter más directo con el que el grupo se sigue luciendo.

Si todo el disco nos va presentando algún que otro aporte electrónico llegamos ahora a los dos temas en los que la electrónica es protagonista (sin pasarse tampoco). En ambos la banda ha recurrido a la sabiduría en estas labores de otro grande de la música burgalesa, Pure Hemp, artista electrónico que ha dejado su sello en “La Flor del Tiempo” y “Revolución”. El primero nos vuelve a sumergir en ambientes orientales, quizá sea el corte más experimental, participando dentro de esos aires árabes otro colega como es Manu Reyes, el actual batería de Sôber. Que nadie se asuste, que guitarra y batería siguen dando buena cuenta de la canción y cuando hablamos de electrónica lo hacemos de “música electrónica”, no de ritmos lejanos al rock, sino de sonidos que suman a este un toque de modernidad. No en vano el encargado de ello, Pure Hemp, es un gran seguidor del rock y el metal y se nota en el trato dado también a la intensa “Revolución”.
El final del disco es el remate que nadie se espera. Una bomba, así se terminan las cosas. “La Ecuación”, un temazo rockero, directo, guitarrero, sin paños calientes, eso sí muy actual, en el que, para no perder su estilo, no se cortan en meter pasajes intermedios que contrasten (un poquito de rap para los nostálgicos de una faceta perdida del grupo, folk…), pero hasta el final llegamos agitando la cabeza al límite. El mejor final posible para un disco impresionante, que te hace vibrar, te hipnotiza, te divierte, te hace reflexionar incluso, pero por encima de todo te hace disfrutar de el amplio abanico de música que se esconde tras esas cuatro letras, rock… poder-rock, para ser exactos.
Acabará atrapando a todo el que le preste un mínimo de atención.

Por cierto, antes me refería a Cronómetrobudú como toda una expresión artística y seguro que alguien pensará que me he pasado... bien, sólo tenéis que acercaros al libreto del disco (se puede hacer también desde su web) y si el propio diseño de portada y libreto; el alfabeto alfanumérico; la portada escondida que solo se ve en la oscuridad (según la versión que tengas) y la galería de arte (literalmente) en la que han colaborado distintos artistas exponiendo sus ideas del concepto del álbum no te parecen justificación suficiente para lo dicho... ¡háztelo mirar!
(…y está al caer el video dirigido por Juanma Bajo Ulloa!!!)

lunes, 18 de julio de 2011

SONISPHERE 2011: SPAIN IS DIFFERENT


Después de una necesaria jornada de reflexión en la que me dediqué a ver lo que se han apresurado a publicar diversos medios, entre los que me he encontrado de todo (lo de RollingStone no tiene nombre…), y a curar literalmente las heridas producidas en el festival, ahí va lo que este humilde servidor vivió el pasado fin de semana en Getafe.
 
Para empezar tengo que decir que tanto la organización como las bandas me dejaron miles de sensaciones diferentes a medida que el festival avanzaba y lejos de querer hacer una crónica, pues no fui para eso, me gustaría centrarme en esas sensaciones.

Lo primero que hay que destacar es el ambiente que se respiró desde el primer hasta el último segundo en el festival. Uno que ya ha pasado por muchos de estos eventos pocas veces se encuentra con la familiaridad que se creó entre todos los asistentes, algo que se crea cuando todos vamos a lo mismo, con una acampada reservada para quien ha pagado su entrada y viene a exprimir cada céntimo transformado en vivencias, y un cartel (además del precio) que alejaba a curiosos y… animales de compañía.

Una vez que los amantes de la mejor música ya estábamos todos allí empezamos a ver las lindezas de la organización, que como viene siendo habitual en nuestro país ha escuchado campanas pero no sabe dónde exactamente. Me refiero a la cantidad de chorradas que nos encontramos, como los túneles de agua (que en la mayor parte del tiempo solo fueron de airecillo), o la zona de reposo que parecía sacada de un chiquipark, detalles que en los festivales europeos suponen una verdadera mejora de los servicios ofrecidos al público y que en este caso solo servían para hacernos pensar en que otra barra, dispensador de tickets, o más baños hubieran sido mucho más agradecidos que esas… pijadas si no se les va a dar una verdadera importancia y van a ser solo para decir “pues ahí estaban”.

La música lo cura todo desde luego y una vez que se ubica uno en el recinto la verdad es que la cosa iba bastante fluida.
Es de agradecer que un festival no se empeñe en llenar su cartel de bandas a lo loco creando la conocida incertidumbre en los asistentes de “a quién me pierdo”, y el agravio de que unos artistas tengan media hora escasa de actuación y otros hora y media, pero el gusto de poder disfrutar de actuaciones de una duración decente en esta ocasión trajo otro tipo de agravio.
Flipando con Angelus Apatrida
Desde luego que queremos tener en España a bandas como Bullet, que abrieron el festival más que decentemente, continuando con la corriente rejuvenecedora que iniciaron hace unos años Airbourne, por ejemplo, pero una vez que pasó el primer tramo del festi, en el que vivimos la enorme actuación de Angelus Apatrida y la de Valient Thorr, aparece el chovinismo que todos deberíamos sentir aunque solo sea en estos casos. Es evidente que nos gusta conocer bandas nuevas, pero para lo que nos dejó Valient Thorr creo que no somos pocos los que hubiéramos preferido tener un par más de bandas españolas que se hubieran comido de un bocado a quien se hubiera puesto por delante. Los de Albacete lo demostraron, con su actuación vinieron a decir “gracias por contar con nosotros, pero ya no estamos para actuar a estas horas” y el público contestó abarrotando el recinto para verlos y dispersándose para dejar a la parte curiosa de nuestro oído la atención a Valient Thorr, que no hicieron nada para que tengamos demasiadas ganas de volverlos a ver, porque en el sentido más macarra tenemos en España bandas para parar un tren y deberíamos exigirlo.
Por cierto, los que sigan pensando que Angelus están ahí por suerte, porque han logrado estar de moda y cosas así… deberían hacerse mirar esa envidia que, como dice mi amigo Oscar Sancho, es la admiración del necio.

Al rico pogo
Otra de las comodidades anunciadas por el festival era que el problema del asfixiante polvo se solucionaría con césped artificial. Aquí hay que aplaudir al que pensó que los que más se lo merecían eran quienes se agolpan en las primeras filas para absorber al máximo a sus ídolos (esos que se merecen un aplauso por parte de los artistas) el público más joven, que hubiera muerto si además de soportar el sol en la chepa tienen que estar respirando polvo en un 85%, pero los demás nos hemos traído a casa los pulmones llenos de barro. Eso sí, gracias por los manguerazos que nos refrescaron a primera hora y que a buen seguro evitaron algún que otro incidente (algo que sí se redujo a lo mínimo).

Seguimos pensando en cuántas bandas nacionales se merecen estar en un evento así mientras nos caía encima la primera (si no contamos el bolazo de Angelus Apatrida) de las actuaciones destacadas del día. Gojira simplemente se salieron, con austeridad pero con un peso y una profesionalidad a la altura de los más grandes. Posiblemente no sea el estilo que más me llene, pero ante la evidencia y la calidad hay que rendirse.
Ahora que utilizo la palabra profesionalidad me doy cuenta de la importancia que tuvo en el festival en sus dos jornadas, donde hubo que aplaudir en muchos casos este aspecto en bandas a las que simplemente vimos llegar, hacer su trabajo, y marcharse dejándonos contentos y enseñados en el arte de la frialdad bien entendida y la interpretación pura y dura.

Gojira, crema
La noche caía (cuánto hubiera agradecido Gojira la oscuridad) y llegaba Sôber para darnos el mejor sonido de esta jornada. He de reconocer que tenía dudas sobre la respuesta del público, de este público, ante los madrileños, dudas que se resolvieron a favor de la banda rápidamente, aunque siguen sin tener el ritmo “festivalero” en su repertorio, que mezcló sus fantásticos clásicos y las no menos buenas nuevas composiciones, que en un festival de estas características sufrieron la falta de maceración en las mentes de buena parte de los asistentes que sí disfrutaron de los temas antiguos abiertamente. Comentarios enfrentados iban y venían entre quienes se hallaban cerca de mí: por un lado los defensores del metal en castellano, por otro sus detractores; a un lado los fieles al apartado melódico de la banda, a otro los que se quedarían solo con sus riffs; los que piensan que en un festival deberían dar a sus fans otro tema en vez de un show de percusión, los que les pareció divertido… en fin, cosas que con bandas extranjeras no pasan. Pero sirva Sôber para seguir con nuestra demanda, casi cruzada, de bandas españolas de calidad (¿no cabían aquí Hamlet, Warcry, Uzzhuaia… o yo que se… Avulsed?) que no pueden quedar abocadas a los festivales, digamos, kalimotxeros.

Viendo la lista de bandas era evidente que el viernes era la jornada más bestia, o de metal más moderno, aunque estaba clarísimo que la organización había establecido un orden que garantizara que los fans estuvieran casi obligados a permanecer full time en el recinto. Solo así se entiende el orden y la mezcla de estilos repartidos en las dos jornadas (algo que agradecemos los que nos gusta el rock en todas sus vertientes). Recuerdo ahora a Carlos Escobedo diciendo desde el escenario que “eventos como este tenía que haberlos un fin de semana sí y otro también” y cómo muchos contestaron “sí, a 90€ sobre todo”. Desde luego pensar el beneficio que saca la organización del festival (entre la entrada y lo que bebimos la media por persona sobrepasa fácilmente los 150€; si asistimos unos setenta mil…, réstale cachés y pago a camareros y demás…) es para que aun nos duela más la salvajada de precios que te obligan a pagar por la bebida.

Fue agradable ver triunfar, de la forma que lo hizo, a Arch Enemy, con un show espectacular por parte de todos y cada uno de sus miembros (aunque eternamente se destaque a su asombrosa vocalista), agolpando ante ellos a todo el que seguía vivo por allí.
Llegamos al que era el plato fuerte del día, la actuación de Slash (Feat. Myles Kennedy) que si he de ser sincero, y por encima de mi debilidad por este guitarrista, casi acabó siendo Myles Kennedy & Slash, si no fuera (por poner una pega que no lo fue tanto) por la obligada sumisión de este extraordinario cantante a los registros de Axl Rose en la interpretación de los temas de Guns N’ Roses que nos pusieron a todos los pelos de punta. Perdonaremos la gamba en la entrada de la parte más cañera de “Paradise City” por el escuchar a manos de su intérprete original un “Sweet Child’O Mine” antológico. Guns N’ Roses… ¿Viviremos para volver a ver a esa banda como debe ser?

The Darkness... ¿eran "plumas" o "nieve"?
Mientras gran parte de los asistentes abandonaba el recinto yo me debatía con el cansancio acumulado ante las ganas de ver en directo a una banda que me cautivó con dos discos antes de desaparecer en el polvo… un polvo más caro que el que nos estaba asfixiando por aquel entonces, (muchas gracias al chavalote que se trajo de casa cientos de mascarillas para repartir). Pero… si yo me esperaba ver un espectáculo de hard/glam rock, con una buena banda de rock apoyando a un frontman a medio camino de Freddie Mercury o la ambigüedad de un Bowie en su buena época…  me encontré con Joselito. La frescura de la imagen perdida, la banda muy mejorable, y un cantante que ha perdido todo el camino intermedio entre su registro normal y el falsete que parecía salir ahora de su garganta agarrándose con las uñas. Las ganas de disfrutar de un concierto final, el ambiente festivo y un repertorio bien elegido para la ocasión (prácticamente centrado en su primer trabajo) salvaron su actuación, pero esta reunión… o necesita todavía mucho rodaje, o no era el mejor momento/lugar… o va a ser tan efímera como el éxito de “I Believe in a Thing Called Love”.

Tengo una pregunta ¿quién prefirió estar en la carpa oyendo pinchar clásicos enlatados en vez de ver los conciertos? Porque cuando estos acabaron y pinchaba el Pirata para continuar la fiesta lo entiendo, pero antes… lo que me lleva a pensar que en esa carpa podían haberse estado alternando conciertos de bandas españolas que seguro hubieran dado más dinamismo a los asistentes que nos tuvimos que tragar la discografía de Slipknot entre concierto y concierto. Un solo escenario NO, CACA. Pero claro… “la pela es la pela”… ¿no?

Llegaba el sábado con una sola cosa en la mente de las casi cincuenta mil personas que allí nos encontrábamos “Iron Maiden”, pero el que solo se centrara en eso se perdió mucho y muy, muy bueno.
Empezando con Hammerfall, la banda que tiró de la ya citada profesionalidad para abrir a pleno sol esta jornada y dejar un fantástico sabor de boca entre los valientes que allí quisieron empezar a sudar y a ser regados a manguerazo limpio.

Después los increíbles Mastodon volvieron a dejar claro que están un punto por encima de muchas de las nuevas bandas que han dado un giro al metal más agresivo.
Lo de Apocalyptica es caso aparte. Casi dos días de aguerridas distorsiones después hicieron que nos chocara el inicio de su actuación. Aquí hay que decir que ningún grupo (salvo quizá Sôber, Slash y más tarde Iron Maiden… poco más) disfrutó de un sonido decente hasta el tercer o cuarto tema. Pero siguiendo con los chelos el grupo suda sangre para levantar a la audiencia festivalera y hace que dudemos entre si da lástima o se agradece que un grupo que ya cuenta con una importante trayectoria tenga que soltarnos cuatro temas de Metallica para animar al personal, aunque estos fueran precisamente los que les dieran la vida en sus inicios. Otra actuación correcta de un grupo que hay que pillar en sala, porque molar, molan en vivo.

El comentario general de “yo a Dream Theater los quiero ver por ver cómo tocan, pero aburren…” se tradujo en una enorme masa humana que no se perdió la interminable demostración de virtuosismo de una banda de extraterrestres que nos presentaba a su flamante nuevo batería, evidentemente otro monstruo. La palabra no es que aburran, es que abruman, y eso que salieron bastante triunfantes y dejando al público más que satisfecho.

Casi una hora tardaría en estar listo todo el montaje que nos trajo el vuelo 666 que nos dejaba en Getafe a la banda por antonomasia del heavy metal. El “Doctor, Doctor” de UFO nos ponía las orejas de punta desde los altavoces y un recinto ahora ya a reventar recibía como se merece la actuación de Iron Maiden.
The Number Of The Beast
Eso sí, tras la sublime intro del nuevo disco… la explosión de júbilo general al tener por fin delante a Bruce, Steve y compañía se fue disipando entre los temas más recientes de la banda, que hay que seguir asimilando para que puedan llegar a causar algo mínimamente parecido a cuando los telones que iban ilustrando el fondo del escenario dejaron ver a Eddie portando la bandera británica, una imagen (“The Trooper”) en este caso valía más que cuatro temas nuevos. Si bien los clásicos que nos hicieron entrar en éxtasis estuvieron bien elegidos… creo que no soy el único al que acabar con “Running Free” le resultó como un polvo sin cigarrito. Nos quedaremos con las palabras de Bruce, “hay quien cree que Final Frontier es la gira final de Maiden… se equivocan”, para soñar con gritar al viento (scream for me Madrrrrrid!!!) nuestro querido “Run To The Hills”.

La avalancha posterior fue descarada, éxodo que abarrotó las barras, arrasó con todo tipo de bebidas (literalmente, vino y agua desaparecieron) y dejó una estampa mucho más cómoda, sin perder tintes de muchedumbre, para recibir las tres últimas actuaciones del festival.
Eddie
Primero viajamos a los ochenta con Twisted Sister que le pusieron ganas y dejaron un bolo que sus fans recordarán mucho tiempo y que a los demás, los que nos retiramos un poco, nos provocó una sensación de contagio de película, me explico: la música de la banda nos estaba acompañando de fondo hasta que empezó a sonar “Huevos Con Aceite”, como conocemos en España “We’re Not Gonna Take It”, y su estribillo se fue extendiendo hasta a los que estaban en la zona del mercadillo y todo el recinto se vio a sí mismo coreando el tema. “The Price” y “I Wanna Rock” tuvieron un efecto similar pero ya menos impactante.

Más tarde la brújula apuntó a los setenta y el daño que parecía haber hecho la cancelación de Alice Cooper pasó a ser sorpresa y deleite para los que descubrieron y para los que sabían que iban a disfrutar con Uriah Heep. Una pasada de bolo con la sensación hipnótica que solo te puede provocar el sonido de esa década.
Para terminar de la mejor forma el festival no fuimos pocos los que decidimos ignorar la media hora de retraso que se arrastró desde el final de Maiden para disfrutar de un gran concierto de Lacuna Coil. La banda italiana supo administrar su papel y el horario que les tocó para dejarnos con la mejor sensación posible tras su actuación que levantó hasta al más escéptico y al más derrotado gracias a sus ritmos más bailables, la actitud de sus líderes, un sonido potente, y… cómo no, la adoración del macho heavy por la señorita Scabbia, que demostró una vez más que su voz y su personalidad en escena están por encima de su belleza.

Ya reventados completamente, escuchando de fondo al Basa que estuvo pinchando hasta altas horas de la madrugada, abandonamos el recinto camino a casa, satisfechos, cansados, sonrientes, empapados, sucios… de puta madre, vamos, un año más... pero se puede seguir mejorando mientras quede vida en el que casi es el único festival de estas características (de metal nivel1 de cabo a rabo) que nos queda.

¿A qué venía el título de la entrada? Pues tanto a la reflexión de las bandas españolas como a… mirad los carteles de Sonisphere en el resto de Europa…