¡Más madera!

martes, 30 de agosto de 2011

NO SE VENDE ROCK’N ROLL*


Empiezo a escribir hoy alentado por tres motivos que han coincidido estos últimos días en pasar por delante de mis ojos.
El primero es haber descubierto que hay varios colectivos que al fin se han unido bajo el lema ‘No Les Pagues Por Tocar’; el segundo motivo es uno de esos mensajes que recorren las redes sociales en el que se decía esto: A mí me gustaría que a un abogado o a un médico, arquitecto o ingeniero...le dijeran: Doctor, venga y atienda este caso, no hay dinero pero ayuda a promocionarse y darse a conocer; antes agradezca el espacio y la oportunidad. Hay gente que piensa que la Música no es una profesión, sino, un hobby y que los músicos no comen ni pagan servicios, por eso solo necesitan promoción. Si eres Músico o amas la Música, hazlo rular...
El tercer y último motivo es el comentario de una amiga que me hizo valorar un poco mi libertad y decidir no matarla (quizá ya lo he comentado). La muchacha, charlando sobre el manido tema de la piratería, argumentaba que lo que no era normal era que los músicos pretendieran vivir todo el año por el trabajo de una semana de grabar un disco… seguía con lo de que la cultura es para todos y esas cosas… bien, como ya he dicho la dejé vivir.

Estos tres motivos me llevan a ver cómo en pocos años hemos conseguido que el valor de la cultura, y de la música sobre todo, se devalúe hasta el límite de que los músicos ya se ven obligados y resignados a regalar su música, con el beneplácito de los defensores de la cultura-klinex, una generación que se ha acostumbrado a tener todo a un click de distancia.
No pude en su momento explicarle a esta chica que la elaboración de un disco lleva, como poco, un año de trabajo entre composición, arreglos, diseño, quebraderos de cabeza de distintos tipos, producción, grabación… y todo costeado por los propios músicos, ya que nadie apuesta ya por nadie.

La vieja criba, a la que alguna vez ya he aludido en el blog, que llevaban a cabo las discográficas y que nos dejaba dos niveles reales en la música: lo profesional y una riquísima escena underground de la que la suerte y el trabajo te podían hacer salir, simplemente ha desaparecido, y ante la actual situación de crisis en el mercado musical los diferentes sellos han encontrado dos soluciones: una convertirse también en agencias de contratación, para sacar rendimiento al trabajo en directo de sus artistas; y otra, cobrar a cualquier grupo, mejor o peor, por labores como promoción, grabación, o la propia distribución de su disco… algo así como dar de comer filetes de ternera a las vacas.
Con lo de la contratación me acerco ahora a los dos primeros motivos de los que hablaba antes.

Lo de que “ser músico” no sea considerado una profesión en España se apoya actualmente también en la cultura-klinex, son muy pocos los artistas que vemos sobre los escenarios cada fin de semana los que no tienen otro trabajo diario que es el que realmente les da de comer y les permite costearse este lujoso “hobby” que es el de crear sensaciones con sonidos y palabras. A esto se le suma la escasa consideración (y la envidia) que se tiene a los artistas de toda la vida y listo. Pero si además le sumamos el que paso a paso, poco a poco, se haya instaurado la idea de que la gente que empieza no merece recibir ni un euro por lo que hace, porque no los conoce nadie y lo que tienen que hacer es ganar público como sea, y por buenos que sean, para quizá algún día tener cierto reconocimiento, pues apaga y vámonos.
Bueno, quizá no haya que apagar tan rápido, porque (y vamos ya al primer motivo) no ha sido pocos los amigos ajenos al mundo rockero los que se han quedado pasmados al saber que un elevadísimo porcentaje de bandas tienen que pagar para poder tocar y dar forma a lo que seguimos engañándonos al llamarle “giras”.
(El agradecimiento al continente americano por seguir creyendo en el rock es infinito).
Aquí entra la crisis que de otra manera azota a las salas, porque si es poca la gente que gasta dinero en música, cada vez es menor la que pone un pie en la calle para asistir a un concierto que no sea de… los dinosaurios de siempre. Dales la propia crisis nacional que impide que nos podamos tomar ni un refresco, (el botellón dirán algunos) y ya tienes otro problema. Por si fuera poco la solución de las salas ha sido el mismo error que cometieron las discográficas, como se vende menos se pone más caro para mantenernos… bien, eso ya se ha demostrado que lo único que hace es ahuyentar al público.
Pero a lo que íbamos. Pagar por tocar. Seguro que todos tenemos en mente declaraciones de músicos consagrados que te hablan de “la primera vez que nos pagaron por dar un concierto, en un pequeño local de…”, pues eso se ha acabado. Aquí en el mejor de los casos hasta que no llegan los festivales de verano (como digo, para algunos) no llega la hora de decir “cobramos tanto”, el resto del tiempo y de los grupos que no llegan tampoco a eso se han acostumbrado a que las salas, en vez de apostar y hacer sus calendarios con bandas que crean que pueden funcionar (allá cada cual con su criterio), han decidido poner sus puertas en alquiler y no son las menos las que además se agencian lo que se saca de la taquilla y, por supuesto, de la barra. (“pero tenéis cerveza gratis…”).
Creo que una cosa es tocar gratis, asumiendo pérdidas de desplazamiento etc, y otra es, encima de todo eso (y del bajón de que nadie vaya a verte) pagar un alquiler a la sala en cuestión.
Que no se me olvide que aquí también entran los promotores que en su día se llevaban un porcentaje de lo que ganaba el grupo y ahora se hacen con la pasta o del grupo para que les consiga conciertos, o de la sala que les paga por conseguir buenos grupos.

Si de promotores o managers encontramos de todo, buenos y malos, algo parecido pasa con los festivales… He visto a varios grupos, de los que revientan salas de cinco o seis mil personas, bastante importantes, decirme “este año no tocamos en el (…)Rock(…) porque el año pasado lo llenamos y este nos han vuelto a pedir pasta por tocar”. En el orden de los carteles de la mayoría de los grandes festivales podéis ver quien ha pagado por tocar, quien va gratis, y quién cobra por tocar…
Hay festivales honrados, que de verdad trabajan por la ilusión que les hace su festival, a la antigua, buscando grupos con coherencia, intentando ser novedosos y originales, buscando financiación hasta debajo de las piedras, que son los que ayudan a mantener vivo el Rock… pero cuando el festival ya es más importante que los propios grupos que copan su cartel… amigo, empieza la mafia. No creo que haya más que añadir a buenos entendedores como vosotros.

Huelga decir que estamos matando la música, pero claro, hay que apretarse el cinturón, ¿no? Pues bien, los músicos, y como ellos todos los que un día decidimos dedicarnos al mundo cultural de alguna forma, ya no tenemos sitio para hacer más agujeros a ese cinturón.

¿Cuesta pensar que:
…cuando se ve el sello de una discográfica en el disco de un grupo es porque encima han pagado para que se lo distribuyan…
…que los que tienen la “suerte” de darse a conocer teloneando a una súper banda hayan tenido que pasar por caja (por muchos miles de euros) en vez de por una audición o el beneplácito del súper grupo en cuestión…
…que los grupos cuando suena la flauta y pueden recoger beneficios de sus grabaciones pocas veces llegan a sus manos…
…que las producciones por parte de grandes nombres también son previo-pago (que esa es otra)…
…que el noventa por ciento de la información e imágenes nos llega de manos de periodistas a los que solo les pagan con el honor y la ilusión de ver su nombre al final del artículo…
…que lo guay que es para el grupo de tus colegas tocar en un festival importante (para nadie la mayoría de las veces y con excepciones) les ha costado sus buenos cuartos…
…que…? tantas cosas…
Bienvenidos a Matrix… digo, a la realidad de un mundo en el que las estrellas de segunda fila no brillan más allá de los sesenta minutos que tienen de actuación.

En el rock, los que, como Mägo de Oz, Marea o Ska-P, no tuvieron la suerte de pegar justo cuando “la mula” todavía no se tenía en pie, han pasado a ver un sueño convertido en hobby, la cultura en un capricho y su futuro a la distancia que su bolsillo pueda pagar. Ayer el rock era una lucha constante, buscar contactos, actuaciones donde fuera, trabajar mil horas… hoy la lucha es poder hacer frente a los gastos que te puede causar sacar un disco. ¿Cuándo sacáis el próximo disco? La respuesta, “cuando podamos”, cada vez es más literal.
¿Soluciones? No me pagan para eso… es el público el que decide qué hacer con su dinero, por eso no viene mal informarse de vez en cuando.

¿Nos bajamos del barco? ¡Nunca!


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*Canción de Leño, de su disco ‘¡Corre, Corre!’ (1981)


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